domingo, 16 de agosto de 2009

Un abrazo para Álvaro

Mi mujer sabe que he seguido muy de cerca el rescate de Oscar, y todos los días me pregunta sobre el tema. Siempre le he dicho que lo van a rescatar. Esta mañana no. Le he respondido con un duro "no lo sacan". Muy entristecido. Demasiados días, demasiados contratiempos, pocos avances.

Y esta tarde oigo en la radio que se ha suspendido el rescate... y me ha caído como un jarro de agua fría. No quería oír lo que me temía.

No puedo llegar a alcanzar el dolor de Alvaro Novellón cuando hayan tomado la decisión de abandonar el intento.

El Latok ha ganado.

jueves, 13 de agosto de 2009

Una postal catalana



Sería un miércoles cuando llegamos al refugio. Casi a la hora de la cena, como debe ser. Mochilas grandes a la espalda que descargamos en las taquillas para dejar en ellas tan solo lo necesario para subir el pico, cada kilo que no llevas en la espalda se agradece. Ramón llegó cuando yo ya llevaba el champú en la mano y las chanclas puestas, “Taquilla 23” le dije, me ducho mientras te organizas.

Media hora después, nos sentábamos en la mesa junto a un catalán y dos vascos. Gente sanota, dicharachera y bromista, con los que entre el guiso y el postre terminamos por hacer esa camaradería que aparece en lo aislado de las montañas. Tras los cafés, nos salimos los cinco a la puerta, abrigándonos pues aunque era septiembre, cuando el sol se oculta, el frío nos recuerda donde estamos. Comentamos anécdotas de marchas, lo que pretendíamos subir y lo que habíamos subido, aspiramos el humo de los porros que fumaban los vascos y reímos hasta que el guarda nos mandó a las literas.

En el desayuno a las seis, nos sentamos juntos de nuevo. Cargamos nuestras mochilas y salimos a la vez rumbo cada cual a su cumbre. Recuerdo que fue un día precioso, muy luminoso y que al final de la tarde se puso un sombrero en las cumbres que soltó abundante agua y algo de nieve. Ramón y yo fuimos de los últimos en alcanzar el refugio, nuestra forma física es la que es, y el ritmo deja mucho que desear. Los vascos, duchados, limpios y jarra de cerveza en mano, se nos rieron a gusto desde la puerta cuando nos vieron llegar empapados, agotados y tan tarde.

Una ducha, ropa seca y zumo de cebada nos resucitaron, y aún quisimos sentir los últimos rayos de sol sentados en una traviesa que hacía de banco, mientras veíamos llegar a los nuevos huéspedes.

Otra vez en la mesa, listos para comer lo que son verdaderos manjares a esa altura, el guarda al traernos la olla nos preguntó: “¿No erais cinco?”, a lo que un vasco respondió: “Ostias, falta el catalán, pero se habrá ido para Aínsa porque no lo he visto en toda la tarde”.
Sin dejar la comida el guarda repuso que había reservado cena y que no había liquidado la cuenta…

- Habrá que subir a ver que pasa, dijo que iría al Pico Tellerda-
- Pues subimos, la ostia – secundó su amigo
- Os acompaño – dije yo mezcla de obligación y resignación.
Ramón se disculpó con la verdad de sus pocas fuerzas y experiencia, siendo mas estorbo que ayuda.

Encendiendo los frontales estábamos cuando el guarda salió para decirnos que nos esperaría hasta el regreso y que no dejásemos de avisar de nuestra vuelta.

Los vascos tiraron de mi a lo que me pareció un ritmo infernal, dejando claro que sus fuerzas eran muy superiores a las mías, y me vi muy apurado de seguirles teniendo en ocasiones que buscar sus luces para no descolgarme por completo.

A la hora encontramos al catalán en mitad del camino, acurrucado entre dos piedras y utilizando la mochila para abrigarse. Tenía el tobillo morado y se retorcía de dolor al apoyarlo. Ninguno de nosotros tenía ideas claras de medicina, así que cargué con su mochila y los vascos le cruzaron un brazo por cada lado, para que a la pata coja pudiésemos movernos. Otros tramos literalmente fue cargado al hombro, entre comentarios socarrones y otros que no entendimos por pronunciarse en euskera pero que claramente eran maldiciones. Tardaríamos unas tres horas en bajar, que se hacen largas, y al ver las luces del refugio creí verme llegando a casa tras días de ausencia.

Cumpliendo la promesa, en la puerta con unos cafés se hallaban Ramón y el guarda, que nada más vernos entraron al herido para practicarle un vendaje provisional. Yo me quedé mirando a los vascos, que como si nada, se despojaban de las mochilas y polares con naturalidad. Uno de ellos al percatarse de mis ojos me dijo: “Y ahora… ¿cenaremos o qué?”

No sé los nombres de aquellos vascos, ni del catalán que se bajaron por la mañana en el helicóptero, quizás sea esa la grandeza de los montañeros, que no es necesario saber los nombres. Pero desde entonces recibo todas las navidades una postal, sellada en Barcelona. Sin más letra.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Aguanta Oscar, Aguanta



El montañero de Tramacastilla, Oscar Pérez, lleva más de seis días a 6.500 m. con una pierna y mano rotas a quince grados bajo cero. Su compañero tuvo que dejarlo metido en un vivac para bajar a pedir ayuda. Ahora con un yanquie de compañero a vuelto por él, pero tardará un par de días en llegar. Otro grupo de dos americanos con dos guías de alto nivel, también han partido desde otro punto. Y desde aquí hemos mandado prácticamente a la selección nacional de montaña, lo más granado que tenemos, en un avión de tres escalas.

Como siempre, ante el apuro de un montañero, la generosidad de sus compañeros ha sido inmediata, sin preguntar y jugandose la vida. Creo que si consiguen robarle al Latok II a Oscar, pueden sentirse héroes y orgullosos de dejarlo todo para rescatar a quien no conocen. Todos saben que Oscar haría lo mismo por ellos.

Nunca se ha realizado un rescate a tanta altura. Nadie ha aguantado tanto. Daría mi reino por poder estar en uno de esos grupos de rescate y ayudar a bajarlo.

Aguanta Oscar, aguanta. Ya van por tí.

martes, 11 de agosto de 2009

No podía ser de otra forma

Escondido bajo el seudónimo de "Tellerdano", he participado en el concurso "Soy el que mas sabe de las fiestas de San Lorenzo" en el que he quedado CAMPEÓN de campeones... espero sirva esta prueba como que los de Tellerda somos viejunos...

lunes, 3 de agosto de 2009

El misterio de Edwood





Este relato ha sido incluído en el libro "Viento"