sábado, 4 de abril de 2009

Binza

Las uñas hacia adentro y el cuchillo apoyado en la segunda falange, así es como se debe cortar la cebolla. No muy rápido, porque me gusta oír su sonido al ser cortada, ese crujir tierno que me recuerda tanto a la primera vez que la vi. Ella intentaba sin éxito no hacer ruido al comer, y aunque cerraba la boca, se dejaba escuchar la ensalada al ser triturada por sus blancos dientes. Miró a mi mesa sin verme, con los carrillos llenos de vegetal, a la vez que entornaba sus ojos por la luz directa que el lucernario del centro comercial dejaba pasar. Yo si que la miré a ella, hasta que hipnoticé sus ojos y me dieron permiso de sentarme a su lado.


Tal vez las lágrimas que me caen no sean causadas por el picor de la cebolla troceada, sino porque me he sorprendido acariciando la binza de otra que acabo de sacar de la nevera y es casi tan suave como tenía la piel de su brazo la primera vez que la toqué. Imperceptiblemente, pero mi espalda fue recorrida por hormigas que corrieron hasta mi trasero para desaparecer. Cuando la pude tocar, al tomarla de la mano, yo estaba demasiado caliente como para notar otra cosa que no fuesen sus fríos temblores, mezcla de nerviosismo e impaciencia.



Voy pelando la cebolla con la mirada perdida por la ventana de la cocina, quitando una a una las capas, con delicada firmeza, palpando la suavidad oculta en todas ellas, hasta llegar a la más profunda, esfera perfecta que se deshace entre los dedos que la llevan hasta mi boca, lo mismo que sucedió aquella noche ...



Apuro mi copa de vino tras el ding-dong de la puerta, la mesa está dispuesta, la música de fondo, la luz en estudiada penumbra para que las dos velas resalten, la cena en el horno, una ensalada para el centro, y para mi cama... la binza de una cebolla...

3 comentarios:

JALOZA dijo...

¡Qué sorpresa, qué alegría! Mi hermano que se hace un blog, que entra en el s.XXI. Otra cosica para divertirnos.

Para empezar un breve relato, marca de la casa, gastronomía y amor. (¿Por qué lo llaman amor cuando...?).Binza. Hermosa palabra, ignota. Me ha recordado un cuento del malogrado Sergio Algora, lo último que leí antes de que las lágrimas nublaran mis ojos.

Binza. El comienzo de algo sabroso.

EDU dijo...

Esta vez me doy por sorprendido. Jamás imaginé una cebolla como fuente de inspiración. Además lo de la binza. Llámeme ignorante que acertará, fui a buscarlo al diccionario, entonces el relato dio un giro. (Me animé y terminé leyendo sobre el cultivo curado de la cebolla de bulbo.) Claro, la binza lo cambia todo.

Siga apurando las copas de vino a mi salud.

El abuelo Cebo...

Luis Borrás dijo...

Hay aquí una extraña insinuación. Hay algo que me produce inquietud, un extraño terror.
Hay una sonrisa y una mirada que no se ven, pero que me dan miedo.
Si yo fuera ella no hubiera aceptado su invitación.

Un enorme abrazo.