El editor y escritor Carlos Manzano, me ha remitido su reseña sobre mi libro. Os la cuelgo agradeciendo su detalle de dedicarle tiempo a leerlo y a escribir estas líneas.
HAY OTROS MUNDOS, PERO ESTÁN EN TELLERDA
Había leído ya algunos textos de José María Morales en la revista Narrativas, en la cual ha venido colaborando con cierta regularidad en los últimos tiempos, y ya en ellos aparecía ese espacio insólito y extraordinario que ha acabado por dar nombre a su primer libro: el territorio real e imaginario de Tellerda. Había también, cómo no, ciertas constantes que vertebraban el grueso de sus relatos, de entre las cuales, en un siempre injusto y reduccionista ejercicio de codificación, podríamos citar el inevitable paso del tiempo, el devenir cotidiano de la existencia, las fuerzas telúricas del alma y hasta la cálida intrascendencia de la vida. Y es que Tellerda podría ser algo así como un complejo laboratorio en el cual experimentar sin límite alguno no sólo es algo totalmente lícito sino incluso aconsejable y donde toma cuerpo esa teoría ancestral que dice que todo cuerpo sometido a la presión de una mente despierta se disgrega en cientos de esferas inestables que saltan y revolotean ante nuestros ojos como copos de nieve en una hermosa bola de cristal. Y eso es lo que hace José María Morales en Historias de Tellerda: sumergir cientos de cuerpos en el líquido amniótico de Tellerda y darles vida, insuflarles alma, pasión, sentimientos, miedos también, incluso angustia en algún caso. Este podría ser un buen resumen de lo que Tellerda significa: más que un espacio físico donde conviven determinadas gentes, Tellerda es un microcosmos infinito de múltiples dimensiones. Tellerda es el mundo a la manera en que Paul Éluard nos hablaba de los otros mundos. Tellerda es un poliedro de múltiples caras, una suerte de espejos mágicos donde cada uno de nosotros aparece deformado (¿o debería decir perfectamente retratado?) en un sinfín de volúmenes y alturas. Tellerda no es un espacio físico, no representa un lugar más o menos definible, no es un punto determinado por coordenada alguna. Tellerda es más, mucho más. Tellerda es uno de los múltiples mundos de Éluard. Y José María nos ha invitado a habitar durante un tiempo en él.
Carlos Manzano
Había leído ya algunos textos de José María Morales en la revista Narrativas, en la cual ha venido colaborando con cierta regularidad en los últimos tiempos, y ya en ellos aparecía ese espacio insólito y extraordinario que ha acabado por dar nombre a su primer libro: el territorio real e imaginario de Tellerda. Había también, cómo no, ciertas constantes que vertebraban el grueso de sus relatos, de entre las cuales, en un siempre injusto y reduccionista ejercicio de codificación, podríamos citar el inevitable paso del tiempo, el devenir cotidiano de la existencia, las fuerzas telúricas del alma y hasta la cálida intrascendencia de la vida. Y es que Tellerda podría ser algo así como un complejo laboratorio en el cual experimentar sin límite alguno no sólo es algo totalmente lícito sino incluso aconsejable y donde toma cuerpo esa teoría ancestral que dice que todo cuerpo sometido a la presión de una mente despierta se disgrega en cientos de esferas inestables que saltan y revolotean ante nuestros ojos como copos de nieve en una hermosa bola de cristal. Y eso es lo que hace José María Morales en Historias de Tellerda: sumergir cientos de cuerpos en el líquido amniótico de Tellerda y darles vida, insuflarles alma, pasión, sentimientos, miedos también, incluso angustia en algún caso. Este podría ser un buen resumen de lo que Tellerda significa: más que un espacio físico donde conviven determinadas gentes, Tellerda es un microcosmos infinito de múltiples dimensiones. Tellerda es el mundo a la manera en que Paul Éluard nos hablaba de los otros mundos. Tellerda es un poliedro de múltiples caras, una suerte de espejos mágicos donde cada uno de nosotros aparece deformado (¿o debería decir perfectamente retratado?) en un sinfín de volúmenes y alturas. Tellerda no es un espacio físico, no representa un lugar más o menos definible, no es un punto determinado por coordenada alguna. Tellerda es más, mucho más. Tellerda es uno de los múltiples mundos de Éluard. Y José María nos ha invitado a habitar durante un tiempo en él.
Carlos Manzano
5 comentarios:
Lo que saben estos dos pajaros... (Sin acento,por favor)
JM. Coincido con Jaloza. Un saludo.
Oh! La de arriba es Letras. Olvidé firmar.
Letras.
Leyendo estas maravillosas Historias de Tellerda, me dio la sensación como si nunca hubiese salido de allí, como si todavía estuviese corriendo por las eras, o saltando desde el nogal de Casa Monclús al borreguil de paja, o robando pericas de San Juan en el huerto de Solanilla, o trotando en la burra del Sr. Pons hacia donde ella nos quería llevar, o pescando en mi Cinca.
Algunas de tus historias me pareció haberlas vivido ya, otras me hicieron vidriar los ojos, pero en todas sentí esos valores, mucho más importantes que la propia vida y que Tellerda gravó en sus hijos.
Un Saludo, José Manuel Requena
Bueno...Después de leer esta reseña - y como soy de naturaleza impaciente - no he podido esperar a ir hasta la librería París de Zaragoza y me lo he comprado en pdf para leerlo en el e-book de mi hermana, mientras espero hacer ese viaje que tengo pendiente a la capital maña.
Ahora sí que puedo decir que: ya te contaré qué tal.
¡Esta misma tarde le hinco el diente!
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