Habré subido al Moncayo una decena de veces, pasado por Vera el doble, y oído hablar del libro de José Angel Monteagudo unas cuantas. También es curioso que siendo de Zaragoza me haya leído “Oruña” en el Piamonte (Italia). Pero quizás sean esas las características del libro: lo cercano y la poética lejanía. Las crónicas de Apiano, las leyendas populares y los restos históricos se nos ofrecen como justificación de la narración para demostrar que el orgullo, la libertad y el amor no son una invención novelesca, y que aquella sangre lusona todavía corre por Vera de Moncayo.
“Oruña” bien podría ser una trenza de cuatro hilos, que se van doblando uno tras otro para irlo conformarlo, una y otra vez, hasta que al final se ata el cierre para que no se suelte, adornado con un épico broche.
José A. Monteagudo utiliza tres “puntos G”: Gelán, Gustavo (Adolfo Bécquer) y Gema, tres seres que en tres momentos distintos siguen enamorados de la misma tierra. Lusones, belos y romanos; ahora nos toca a nosotros gestionar su herencia: “Es terrible nacer, pero aquí estamos”.
“Oruña” bien podría ser una trenza de cuatro hilos, que se van doblando uno tras otro para irlo conformarlo, una y otra vez, hasta que al final se ata el cierre para que no se suelte, adornado con un épico broche.
José A. Monteagudo utiliza tres “puntos G”: Gelán, Gustavo (Adolfo Bécquer) y Gema, tres seres que en tres momentos distintos siguen enamorados de la misma tierra. Lusones, belos y romanos; ahora nos toca a nosotros gestionar su herencia: “Es terrible nacer, pero aquí estamos”.
1 comentario:
Gracias por tan bello comentario y agradecido de que te haya gustado el libro. Un abrazo. José Ángel.
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